El estrés oxidativo es
un tema muy estudiado en la última década. En el ejercicio de resistencia cobra
protagonismo debido a que el alto consumo de oxígeno, produce sustancias
llamadas radicales libres, moléculas muy reactivas con capacidad de
dañar células y tejidos.
La oxidación ocurre
cuando una sustancia sufre una modificación en su estructura al contacto con el
oxígeno. Así se forman sustancias llamadas radicales libres o especies
reactivas de oxígeno.
Nuestro organismo
dispone de sistemas biológicos antioxidantes capaces de neutralizar o
inactivar estos radicales libres. Sin embargo, el estrés oxidativo
es un estado celular alterado en el que la producción de radicales libres
supera a los mecanismos de defensa antioxidante, es decir, que la cantidad
de radicales libres producida es mayor que la que los antioxidantes pueden
neutralizar, produciéndose un daño celular.
Cuando por diversos
motivos los radicales libres proliferan en exceso superando la capacidad del
organismo para neutralizarlos, por su alta reactividad se combinan con
moléculas de hidratos de carbono, lípidos, proteínas, ácidos nucléicos (ADN) de
membranas celulares. Estos a su vez se oxidan y se convierten en radicales libres
atacando otras sustancias, generando una reacción en cadena que se conoce como
“estrés oxidativo”.
Los radicales libres
al atacar nuestro material genético (ADN) propician la generación de células
cancerosas, enfermedades del sistema nervioso, envejecimiento prematuro y otras
enfermedades.
- Cuando entrenamos, generamos estrés:
Cuando hacemos
actividad física al aumentar la demanda energética, aumenta el consumo de
oxígeno, parte de este oxígeno interviene en la producción de energía y otra parte
forma los radicales libres o especies reactivas de oxígeno (ROS).
A intensidad moderada
el organismo logra neutralizar a través de sistemas antioxidantes la producción
de radicales libres. Cuando el ejercicio es de alta intensidad
(competencia) la actividad antioxidante puede no ser suficiente y generarse estrés
oxidativo.
Es decir, que el estrés oxidativo vendrá determinado más por la
intensidad del esfuerzo que por la duración, por tanto ejercicios aeróbicos de entre 30 y 45 minutos no provocan un excesivo
estrés oxidativo, de manera que los sujetos que practiquen actividad física
puedan conseguir los beneficios derivados de la práctica deportiva, sin
afectar en exceso el daño celular provocado por el estrés oxidativo.
- La defensa: los antioxidantes:
El organismo posee
sistemas antioxidantes para prevenir la producción, detener o retardar la
oxidación y reparar los daños que ocasionan los radicales libres.
Muchas sustancias
antioxidantes las obtenemos a través de la alimentación y suplementos e
incluyen vitaminas, minerales y fitonutrientes. De ahí la importancia que los
deportistas adecuen la ingesta de sustancias antioxidantes.
Asimismo, las conclusiones a las que se llegan en un artículo publicado en la revista andaluza de medicina del deporte titulado "exercise - induced oxidative stress" o en español "estrés oxidativo inducido por el ejercicio".
El
ejercicio físico induce, en grado variable, un estrés metabólico y mecánico que
puede provocar un desequilibrio de la homeostasis oxidantes/antioxidantes en
favor de los compuestos oxidantes. No uno, sino varios mecanismos fisiológicos,
participan en la producción de las ROS (especies reactivas del oxígeno) durante
el ejercicio; pero además, existen otros factores extrínsecos al ejercicio
(factores de riesgo oxidativo) que pueden favorecer la ocurrencia de estrés
oxidativo, como la dieta, la situación
postprandial, la temperatura, el grado de hidratación, el nivel de
entrenamiento del individuo, etc.
Aunque el estrés oxidativo es
potencialmente relevante entre los mecanismos vinculados a la fatiga muscular,
la recuperación frente al ejercicio, e incluso quizás también para un mejor
rendimiento deportivo, existe un creciente número de publicaciones que lo
vinculan con la ocurrencia de fenómenos adaptativos del sistema inmunológico y
de la defensa antioxidante del deportista, lo que conduce en última instancia a
una mayor citoprotección y resistencia biológica del organismo.
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